Primeros Pasos...


Después de todos estos años en los que me aboqué de lleno a investigar sobre los ancestros de mi madre, ha llegado el momento en el que he sentido la necesidad de resarcirme con la rama paterna, esa eterna postergada. Aunque resulte contradictorio, las personas con las que he sentido más afinidad y haya establecido más vínculos afectivos, curiosamente están arropadas a la sombra de esta rama.

No parece que profundizar e investigar sobre sus orígenes se vislumbre como una tarea sencilla, principalmente por la escasez de los datos con los que parto, también porque los supervivientes de la memoria familiar crecieron bajo el código del silencio de sus progenitores, porque los registros sacramentales de la región no fueron microfilmados y porque la posibilidad de obtener actas o documentos in situ reviste cierta dificultad, a lo que se suma la distancia que me separa de Argentina. A mi modo de ver, creo que éste último es el mayor handicap y confío en que el tiempo nos demuestre todo lo contrario.

Con esta coyuntura -a priori-, no es que el camino se presente como muy prometedor, pero como en otras ocasiones, prefiero responder a esa voz interior que insistentemente me empuja a recorrerlo.

El escenario es la Provincia de San Luis. Allí, en Villa Mercedes, nació mi abuela Margarita Vidal, el 17/10/1901. Con ella dí mis primeros pasos y de ella conservo un hermoso recuerdo, marcado por el afecto y la complicidad que me obsequió durante toda mi infancia.

 
En contrapartida, a mi abuelo paterno nunca lo conocí, aunque su fotografía se haya mantenido fiel e inexplicablemente, en la mesita de luz de mi venerada abuela Margarita. Gracias a esta situación, me gusta imaginar que ella le brindó la oportunidad de ser testigo de sus callados desvelos, de sus eternas partidas al "Solitario" (con sus interminables filas de cartas prolijamente desparramadas encima de la cama y su peculiar pájaro carpintero trepando insistentemente por el hombro) o incluso que por esas extrañas jugarretas del destino, le haya tocado presenciar involuntariamente, el prematuro fallecimiento de su hijo en 1967.

La cuestión es que siempre vi esta fotografía en su mesita de noche y nunca supe de quién se trataba... hasta que un buen día pregunté. No recuerdo si fue antes o después del fallecimiento de mi padre, pero si recuerdo la extrañeza de descubrir a un inesperado y desconocido abuelo, en el que primero intenté adivinar en su rostro algún rasgo común y después, como era previsible,  conocer su historia.

Fue entonces cuando me participaron que ambos se habían separado cuando sus hijos eran pequeños, que era natural de Quines, policía de profesión, que había vuelto a su tierra natal, que suponían que había fundado una nueva familia y... ¡fin de la cuestión! (demás está decir que en nuestro código familiar, esta sentencia era un comunicado expreso que cerraba toda posibilidad de diálogo).

Mi abuela Margarita sobrevivió 7 años a la muerte de su hijo y de este hecho recuerdo que (a pesar de mi temprana edad y la dolorosa experiencia de mi duelo previo),  no concebía mi vida con su ausencia y en esta ocasión -como era de prever-  tampoco estaba preparada ni dispuesta a asumirla.  Quizás por esta razón siempre mantuve vivo su recuerdo, aunque para el cometido genealógico emprendido no resulte muy productivo o esclarecedor, ya que a pesar de que esta memoria impresa esté plagada de hermosos sabores... carece de datos específicos que nos puedan conducir a reconstruir su historia.

Para empezar, su filiación se presenta como un claroscuro: sabemos que nació en Villa Mercedes recién estrenado el siglo XX, que su madre era Cristina Vidal y que la figura de su padre siempre fue una gran sombra, convenientemente amparada por el silencio de sus protagonistas. De hecho cuando mi abuela falleció en 1974 y a raíz de su sucesión, se tramitó la obtención de su partida de nacimiento (hoy perdida) y se descubrió con sorpresa que aparecía como hija de José Vidal. Quizás la coincidencia de los apellidos de estos supuestos esposos podría tomarse como una mera casualidad, si no fuera porque en realidad ése no era el nombre de su verdadero padre sino el de su abuelo y como por aquel entonces ya no quedaba nadie a quien preguntar, se dio por hecho que mi bisabuela Cristina fue una prematura madre soltera (extremo que coincidía con la percepción que todos tenían hasta ese momento) y que su padre "para arreglar el asunto" -socialmente hablando-, decidió asumir en el acta una paternidad que no le correspondía.

La figura de mi bisabuela Cristina siempre estuvo acompañada de un halo de excentricidad, por eso los testimonios familiares son ricos en jugosas anécdotas y describen a una mujer con un carácter e inquietudes incomprendidas para su época. Se cuenta que la crisis del 29 y la caída de Yrigoyen la sorprendieron con los baúles preparados para viajar a Europa, donde anhelaba establecerse para cumplir su sueño de ser actriz, aunque acabó estableciéndose definitivamente en Villa Ocampo (Santa Fe), donde fue la primera obstetra diplomada contratada por la Comuna, alrededor de 1935-1938. En esta ciudad echó raíces y allí crió a mi padre que -además de nieto- pasó a ser su protegido.


En este caso, los documentos conservados o hechos contrastables de los que podría "tirar del hilo", también resultan escasos: sólo las dos placas que recuerdo de mis visitas al cementerio de Flores en Bs As, con la inscripción de "María Cristina Vidal Vda de Fagetti" y "Carlos Honorio Fagetti", atestiguando que mi bisabuela alguna vez estuvo casada, además de un recorte de periódico, que nos recuerda que Cristina falleció a los 71 años en Villa Ocampo, un 14 de Abril de 1958 a las 2:35 de la madrugada.

No es mucho para empezar, pero como la primera fuente indispensable a la hora de abordar una tarea de este tipo son las entrevistas familiares, le pido a mi mamá que haga un ejercicio de su excelente memoria y se recree en torno a su figura. Y lo que sigue, es el resultado de esta actividad:

"Físicamente era de gran complexión, imponía su presencia y de carácter fuerte. Siempre la veía rodeada de hombres y cuando no ejercía su profesión, jugando al "RUMY" o al poker, sentada frente a una mesa octogonal como de taracea... podía estar allí las 24 hrs. del día. Debajo de su silla, tenía a una perrita blanca toda enrulada que no dejaba que nadie se acercara a ella. Recuerdo que al querer saludarla, de un tarascón me rompió una sandalia blanca. 



También era muy celosa de sus afectos, muy frontal, el día que tu padre me presentó me dijo que era celosa como una hiena, que traduje: “ándate con cuidado de lo contrario te clavaré los dientes”. Tenía criados que estaban a su servicio y al de sus amigos, allí se jugaba, bebía y fumaba. Se la conocía por sus cuantiosas joyas y fue víctima de varios robos. 

Tenía una personalidad extravagante, pero que imponía respeto. En un principio vivió en el edificio de la Comuna, al lado de la Iglesia, y en su puerta se la veía parada con su mono en el hombro, no siempre simpático por las obscenidades que demostraba. Los partos los hacía a domicilio: la veo viajando en el tren Forestal, con turbante y un loro sobre su hombro, para prestar servicio en la colonia (a mi casa fue para atender a mi tía Elvira). 


Cristina vivió en Bs. As. con su hija Margarita y familia hasta que se fue a Ocampo contratada por la Comuna, como partera. 

Carlos Honorio Fagetti fue su segundo esposo, era viudo y padre de tres hijos. Cristina falleció en Villa Ocampo el 14 de abril de 1958 a los 71 años, yo ya estaba casada y con el embarazo de tu hermano incipiente."

De las transmisiones orales, el otro testimonio posible sólo podía venir de mi tía Lila, que hoy cuenta con 90 años. Además de madrina de bautismo, siempre fue "mi tía del alma" y aunque hablamos varias veces por teléfono procurando ahondar en este tema y desvelar juntas algunos interrogantes, por el momento sólo conseguimos -además de nutrir el anecdotario familiar- incorporar un dato relevante, que para mi era totalmente desconocido: mi bisabuela Cristina era hija de José Vidal y de Juana Gigena.

Hasta aquí, la información con la que me embarco en este nuevo cometido y a partir de aquí, mi propósito de ir plasmando los pasos y los logros que se vayan sucediendo.

Tal día como hoy, hace 111 años, nacía en Villa Mercedes mi abuela Margarita.

Me ilusiona pensar que hubiese disfrutado mucho con este regalo de cumpleaños.


Hoy, para ella, mi renovado afecto y evocación, además de este merecido homenaje.

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